viernes, 11 de abril de 2008

Federico Chavez "No se Jode"


Desde Córdoba el amigo y colaborador Federico Chávez, un hijo viajero de San Pedro nos manda sus impresiones de la ciudad de estos tiempos.

Ahi va el Cuellito. Anda chocho, el Cuellito. Después de dos años de andar con una veintidós caquera, le pudo arrebatar la nueve a un cobani, y la anda mostrando con orgullo. Como a pija gorda.
El Cuellito camina tranqui por las calles de ripio de Barrio Maldonado, fumándose un fino, pensando en que hoy es Viernes y ni un puto peso para ir al Estadio del Centro a verlo a Charly.
Charly 'La Mona' Giménez.
O sea, Dios mismo.

Se trepa al primer bondi que pasa, y se sienta al fondo. La cabeza contra el vidrio, rebotando en cada bache que agarra el puto E7.
A veces, al Cuellito le gusta pensar que nació en otro lado; soñar algún lugar con calles de verdad y sin tanta mugre al lado del río. A veces, el Cuellito sueña que se escapa a Mar del Plata.
O a cualquier parte que no sea Maldonado. Pero vuelve rápido de su sueño chiquitito para mirar que ya llegó a las calles del centro.

Gente ortiva. Ortivaza.

-"A quién puedo hacéle un cuero?"-, pregunta para sus adentros el Cuellito, antes de arrebatarle la cartera a una vieja cerca de la iglesia de la facultad de abogacía. Y se caga de la risa, el muy moquero.

Ya está corriendo, ya empezó a correr.
Corre, el Cuellito.

Todos los fines de semana son así. Y todos los Viernes igualitos.
Primero dormir hasta las 11 o 12, mientras la mami se va a comprar la carne para el asado con los tickets de la Muni.
Los tickets de la Muni. El regalito del Lui y del Giaco, ahora. Los tickets de la Muni.
La tarjeta de crédito del pobre.
Después el asadito, con poco vino y mucha coca; un par de pases en el baño y un fulbito en las canchitas que están cerca del cementerio San Vicente.
Como para bajar el morfi de la panza y correr más rápido. Para escapar mas rapido.
Una siesta más hasta las 5 de la tarde, y el bondi hasta el centro para ver si su fin de la semana pinta bien, con la guacha contenta. La puta que la guacha se pone más que chocha cuando lo ve llegar con la suitty y el tetra, para hacer la previa antes de ir al estadio a ver La Mona.

Ya empezó a correr. Ya se perdió entre tanta gente.

Descarta la cartera en La Cañada y saca dos o tres pelotudeces nada más. Un celular medio chobi, dos tarjetas de crédito que tira al orto apenas las vé…y doscientos pesos de mierda que no alcanzan para un Sábado y Domingo.
A veces, al Cuellito le gustaría hacerse un banco. Pero un banco banco de verdad; no salidera de cajero. Eso es de maricas. Los pobres que les roban a otros pobres que se rompen el orto veinte años.
Lo viste al tipo ése que agarraron y se murió porque cayó y se dió la cabeza contra el piso?
Bueno, así no. Al Cuellito le gustan las cosas de verdad.
No es puto, el Cuello.
Un banco. O una de esas casas grandotas que hay en el Cerro de las Rosas.

Ya empezó a maquinar, Cuellito: -"Para el banco hacen falta dos o tres mas. Y un auto. Yo soy solo y ando a pata. Ni a palos"-, vuelve a pensar.
Así que se toma otro bondi de mierda hasta la Nuñez, y se mete entre esas calles que apenas vió en su vida, como en las películas del 12; las casas como castillos y sin nadie que las cuide.

-"Parece una película del 12″-, dice atolondrado el Cuello para sí.

Ya se le subió la adrenalina. Ya se metió de prepo en el jardín de una. Con tal, no hay nadie en la calle, y ni un sólo móvil del CAP que cuide tanta guita. Ya empezó a pensar lo que va a hacer con todo lo que agarre cuando entre.

-"Unas championas nuevas, una mini y una remerita pa' la wacha y un toco así de merca y faso que corto un poco y vendo en Altamira como puro"-

Ya empezó a soñar, el Cuello.
Y mientras tanto, alguien que descorre una cortina; alguien que lo ve y pulsa el botón rojo de la alarma.
Y el Cuellito que se manda, nomás, para adentro.

-"Tranqui, puloi. Tranqui que no te wa a hacé nada. Vó portáte bien…. Decíme dónde tá la guita….decíme dónde tá la guita…!"-

Qué boludo. Ya se empezó a poner nervioso.

-"Dale culiáu, decíme o te boleteo la señora…!"- dice el Cuello, sin saber que en la vereda ya hay cruzadas dos 4×4 de la yuta. Sin saber que ya hay tres mil cobani que le tienen rodeada la manzana.

Es tarde, Cuello.
Es tarde.

-"Vo' llamaste la yuta, che infeliz…vo' lo' llamaste…"-, dice el Cuello antes de apretar el gatillo y ver que se le trabó la pistola.
La reglamentaria.
-"Uh, cierto que era de la yuta, la pistola…"-

La tira a la mierda y se va al patio, el Cuello, tratando de trepar la medianera. No sabe que la yuta ya entró por adelante y que ya está detrás de él, apuntándole a la espalda.

-"Paráte, culiáu…!"- le grita el cobani, antes de disparar.
-"Chupála, puto!"-, le contesta el Cuello al recibir el primer disparo a la altura de un pulmón.
Y cae.
Cae, el Cuello, y lo rematan en el piso.

Y se murió, nomás. Se murió, el Cuellito.
Está muriendo siempre, el Cuello, y siempre está naciendo. Nace y muere. Se muere y nace, el Cuello.
Como para avisarte que no es joda todo, en esta vida.
Como para decirte que nada es gratis en la vida.

Y que con la yuta y con los ricos no se jode.

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